Agradezco la invitación de
El Financiero para reflexionar sobre esta reforma. Es un momento propicio para
hacerlo porque coincide con la perspectiva renovadora de la gran reforma de
Telecomunicaciones de 2014.
La venta de Telmex en
diciembre de 1990 formó parte de un ambicioso proceso de reformas para
transformar al Estado y al país bajo el liberalismo social.
Entre las reformas más
elogiadas a nivel internacional entonces estuvo la de las privatizaciones. Hoy
es de las más debatidas. Entre ellas, la más criticada es la de Telmex.
Conviene recordar que en México la telefonía estuvo casi un siglo en manos
privadas. Telmex sólo perteneció al Estado 18 años, entre 1972 y 1990.
Al momento de la
privatización el gobierno tenía 56% de las acciones y 44% ya era propiedad de
particulares (los usuarios principalmente). Al privatizarse se le destacó
internacional mente como ejemplo de una privatización exitosa.
El Banco Mundial señaló en
1994: “Telmex es considerado como una de las grandes historias de éxito de la privatización”.
Hoy, un cuarto de siglo después, en una encuesta reciente la mayoría de los
usuarios se quejaron desesperadamente por “cortes de llamadas, cobros
indebidos, mala señal, pérdida de la conexión y desconexión del servicio sin
ningún motivo.”
Para muchos Telmex se ha
convertido en la “bestia negra” de las empresas privadas mexicanas. Es decir,
en sinónimo de “abuso, atropello, monopolio concentrador del ingreso”. Al
respecto, en el debate público se han vertido varias afirmaciones, sobre las que
me permito, a petición de este diario, compartir mi opinión:
1.- “La privatización se
hizo por motivos ideológicos como parte del neoliberalismo.” FALSO
Antes de 1988 y durante
años el gobierno acumuló propiedades, desde empresas estratégicas hasta
hoteles, cines, fábricas de bicicletas y cabarets. Pero mientras el Estado
sumaba propiedades el pueblo acumulaba necesidades. Gobierno propietario no era
sinónimo de Estado justo ni fuerte.
El crecimiento desbordado
de la propiedad estatal en los años setenta derivó en un endeudamiento excesivo
que se tradujo en aumentos crecientes del pago del servicio de la deuda, la
explosión del déficit público y el desplome del gasto social.
Para 1982 el gobierno tuvo
que suspender el pago de la deuda externa y nacionalizó los bancos. Entonces el
Estado mexicano tuvo que hacer un gran ajuste ante una crisis tanto de
solvencia como de liquidez.
Para 1988 el déficit
fiscal era de 15% del PIB y sólo el pago de intereses exigía cada año gastar el
equivalente a 10% del PIB. Para 1994 esta situación se había revertido. Ese
año, el Banco Mundial reconoció:
“El principal motivo del
programa de privatización en México fue la necesidad de reducir el déficit
público y estabilizar la economía”.
Los bienes públicos se
usaron para remediar los males sociales; nunca se privatizó por razón
ideológica.
2.- “Telmex era una
empresa pública eficiente que hubiera podido seguir dando servicio a los
usuarios.” FALSO.
Sin duda Telmex tuvo
administradores públicos capaces, pero el Estado mexicano no dispuso de
recursos para financiar su adecuada expansión. El Banco Mundial señaló que
entre 1981 y 1988 “Telmex se estaba convirtiendo en más ineficiente… con una
impresionante caída de la eficacia productiva de 43%”. Antes de la
privatización, la mayoría de los hogares mexicanos carecían del servicio
telefónico; además, había más de un millón y medio de solicitudes de
instalación pendientes.
Era un obstáculo al
desarrollo del país y un grave problema para la vida cotidiana de los
mexicanos. Conviene recordar las manifestaciones de angustia de los usuarios.
La expansión de Telmex hubiera requerido del Estado más de 10 mil millones de
dólares. Ante recursos escasos, la solución fue que el Estado invertiría en
prioridades como educación y salud, y se promovería la inversión privada en
telefonía.
3.- “La venta de Telmex se
hizo apresurada, se malbarató y quedó en manos de socios ocultos.” FALSO.
No fue una venta
apresurada: Su privatización se hizo de manera transparente; se anunció en
septiembre de 1989; en agosto del año siguiente se publicaron la convocatoria a
subasta pública y el Título de Concesión. Los sobres con las varias ofertas de
compra se abrieron ante notario público hasta diciembre de 1990, más de un año
después de haberse anunciado la venta.
La privatización de Telmex
requirió un trabajo previo muy cuidadoso, y cubrió los 21 pasos requeridos para
cada privatización en la Comisión Gasto Financiamiento del Gobierno Federal.
Se convocaron instituciones financieras internacionales para garantizar la
transparencia de la privatización.
La compañía se inscribió
en el Mercado de Valores de Nueva York (fue la primera vez que una empresa
mexicana lo hacía). Para cotizar en el mercado norteamericano, tuvieron que
presentarse en Estados Unidos, de manera totalmente transparente, tanto los
pormenores de su compraventa como el detalle y el listado de cada uno de sus
nuevos propietarios: no hubieron socios ocultos.
Telmex se vendió a un
precio muy favorable para el gobierno. Dos años antes de la privatización,
Telmex sólo valía 207 millones de dólares. Tuvo que reestructurarse fiscal y
financieramente para maximizar su valor.
En el momento del anuncio
de su privatización, Telmex ya estaba valuada en 3,300 millones de dólares. El
gobierno recibió por su participación accionaria 8,615 millones de dólares.
De acuerdo al monto
recibido por su venta, esa privatización se convirtió en la cuarta más
importante del mundo.
4- “Slim se quedó con
Telmex, pese a que no puso la oferta más alta” (como afirma James A. Robinson
en su libro Por qué fallan las naciones) FALSO.
Jacques Rogozinski refutó
públicamente esta afirmación y aportó varias pruebas a la Editorial Penguin
Random House. Ante la evidencia, la editorial tuvo que eliminar esa frase en la
siguiente edición.
También Rogozinski reclamó
a la Oficina de Integridad de la Universidad de Harvard. Por ese motivo, el
profesor está sujeto a investigación por esa Universidad.
Sin embargo, de acuerdo a
Rogozinski, esta institución educativa ha tenido hasta ahora que “sacrificar la
verdad y la investigación basada en evidencias para proteger a un miembro de su
facultad” y así no tener que sancionar al profesor por fabricar evidencias para
apoyar sus tesis.
5.- “Al privatizarla,
Telmex se convirtió en monopolio privado y sin regulación.” FALSO.
En la privatización
claramente se establecieron condiciones para impedir que Telmex se volviera
empresa monopólica. Por eso, inmediatamente se permitió la entrada a cualquier
empresa que solicitara prestar el servicio telefónico. Así, contra lo que comúnmente
se afirma, a partir de la privatización el mercado local quedó abierto a la
competencia.
Sin embargo, para resolver
el problema existente en 1990 de subsidios cruzados (tarifas de larga distancia
muy altas subsidiaban a las locales), se le permitió a Telmex exclusividad
solamente en larga distancia nacional e internacional para realinear esas
tarifas, aunque desde el arranque se precisó que esos mercados se abrirían a la
competencia a partir de 1997.
En materia de regulación,
de inmediato en 1992 se promulgó la nueva Ley Federal de Competencia y se creó
la Comisión Federal de Competencia (reconocida como “un órgano gubernamental
eficaz en la aplicación de las reglas en materia de competencia”).
Años después fue la CFC la
que emitió resolución de dominancia contra Telmex; si su regulación fue
subóptima, tuvieron 20 años para fortalecerla. En lugar de eso, al crearse
Cofetel en 1996 se les enfrentó y se afectó la capacidad reguladora de la CFC.
Una Cofetel débil le permitió a Telmex esa posición dominante privilegiada.
Con información de
.elfinanciero.com
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