Peña Nieto es el principal problema de México.

“Es de sabios hacerse a un lado, si en el fondo sabemos que somos parte del problema”. Frente a la situación más delicada que se haya vivido en las últimas décadas en nuestro país, todo indica que la sociedad mexicana ya realizó un diagnóstico sencillo y simple, el principal problema de México se llama: Enrique Peña Nieto.



Sé que el título de este artículo puede parecerle una cuestión simplista o el resultado de una fobia, pero no es así, hay varios elementos en los cuales debemos reflexionar a fin de evitar las conclusiones reduccionistas.

Como usted seguramente ya sabe, de acuerdo con recientes sondeos, estamos frente al gobierno con menor aceptación desde que se usan estudios demoscópicos para tal fin. Por ello, es irremediable recurrir a los bajísimos índices de aprobación de la gestión del presidente Peña, como un indicador del descontento de la sociedad de cómo se han encarado los problemas de carácter interno y externo.



Al menos en la percepción popular que ha quedado registrada en las diversas encuestas, la inseguridad y la crisis económica son los dos principales problemas identificados por los mexicanos. Pero la inseguridad y la crisis económica no pueden verse como fenómenos aislados, necesariamente debe tenerse presente la corrupción, para entender por qué siendo un país tan rico nos encontramos tan mal, y por otra parte, por qué pese a las miles de muertes que ha ocasionado la llamada “guerra al narcotráfico”, no se aprecia algún progreso que nos permita atisbar ciertas soluciones en el mediano plazo.

A la luz de esa situación debe entenderse el daño que le han hecho al gobierno de Peña Nieto casos como el de la “casa blanca”, el departamento de Miami o los de exgobernadores señalados por actos escandalosos de corrupción, y que hoy día o se encuentran prófugos o no han sido aún llamados a rendir cuentas.

La figura de Peña Nieto carece –al menos desde la percepción pública de solvencia moral que le permita llevar a cabo y con profundidad cualquier esfuerzo anti-corrupción, peor aún, pareciera que en realidad las distintas instancias creadas para combatirla, sólo fueron diseñadas para cumplir en el papel con las recomendaciones de organismos internacionales especializados en el tema.

Las promesas de Peña Nieto en su campaña electoral relacionadas con la disminución de la violencia simplemente quedaron en palabras. Los hechos demuestran lo contrario. Nos encontramos bañados de sangre como en los peores días del sexenio de Felipe Calderón. En cuanto a la política exterior las cosas están peor o al menos igual que en los asuntos internos.

El arribo de Donald Trump vino a evidenciar el grado de dependencia de todo tipo de nuestro país hacia los Estados Unidos. Y ya teniendo enfrente el problema, en lugar de apoyarse en alguien de gran experiencia, nombró a Luis Videgaray como Secretario de Relaciones Exteriores, quien lamentablemente confesó que llegaba al puesto a “aprender.

El escritor Joe Barcala sintetizó muy bien qué tan mal está el actuar específico de Peña Nieto frente a Trump: “Él (Peña Nieto) no puede resolver el problema que tenemos enfrente con Donald Trump, porque es una aplanadora que no se puede resolver sin conocimientos, sin experiencia, con corrupción, ni en español”.

Por si fuera poco, el principal enemigo del gobierno de Peña Nieto además de sí mismo, es el tiempo. Con el cuarto año de gobierno en curso empieza el declive de la figura todopoderosa del presidente. Empiezan las deslealtades y las desbandadas hacia otro puerto con mejores posibilidades a partir del 2018.



Lo preocupante es que todavía falta poco más de un año y medio para que concluya esta administración. El gobierno de Peña Nieto tiene enfrente problemas muy graves y le han agarrado en el peor momento, tanto que la mayoría de los mexicanos en una operación lógica simplista ya detectó que el principal problema de México se llama: Enrique Peña Nieto. ¿Harán algo para salvar un poco de prestigio?

Con información de sabersinfin.com y escrito por Abel Pérez Rojas

Peña Nieto es el principal problema de México

Peña Nieto es el principal problema de México.

“Es de sabios hacerse a un lado, si en el fondo sabemos que somos parte del problema”. Frente a la situación más delicada que se haya vivido en las últimas décadas en nuestro país, todo indica que la sociedad mexicana ya realizó un diagnóstico sencillo y simple, el principal problema de México se llama: Enrique Peña Nieto.



Sé que el título de este artículo puede parecerle una cuestión simplista o el resultado de una fobia, pero no es así, hay varios elementos en los cuales debemos reflexionar a fin de evitar las conclusiones reduccionistas.

Como usted seguramente ya sabe, de acuerdo con recientes sondeos, estamos frente al gobierno con menor aceptación desde que se usan estudios demoscópicos para tal fin. Por ello, es irremediable recurrir a los bajísimos índices de aprobación de la gestión del presidente Peña, como un indicador del descontento de la sociedad de cómo se han encarado los problemas de carácter interno y externo.



Al menos en la percepción popular que ha quedado registrada en las diversas encuestas, la inseguridad y la crisis económica son los dos principales problemas identificados por los mexicanos. Pero la inseguridad y la crisis económica no pueden verse como fenómenos aislados, necesariamente debe tenerse presente la corrupción, para entender por qué siendo un país tan rico nos encontramos tan mal, y por otra parte, por qué pese a las miles de muertes que ha ocasionado la llamada “guerra al narcotráfico”, no se aprecia algún progreso que nos permita atisbar ciertas soluciones en el mediano plazo.

A la luz de esa situación debe entenderse el daño que le han hecho al gobierno de Peña Nieto casos como el de la “casa blanca”, el departamento de Miami o los de exgobernadores señalados por actos escandalosos de corrupción, y que hoy día o se encuentran prófugos o no han sido aún llamados a rendir cuentas.

La figura de Peña Nieto carece –al menos desde la percepción pública de solvencia moral que le permita llevar a cabo y con profundidad cualquier esfuerzo anti-corrupción, peor aún, pareciera que en realidad las distintas instancias creadas para combatirla, sólo fueron diseñadas para cumplir en el papel con las recomendaciones de organismos internacionales especializados en el tema.

Las promesas de Peña Nieto en su campaña electoral relacionadas con la disminución de la violencia simplemente quedaron en palabras. Los hechos demuestran lo contrario. Nos encontramos bañados de sangre como en los peores días del sexenio de Felipe Calderón. En cuanto a la política exterior las cosas están peor o al menos igual que en los asuntos internos.

El arribo de Donald Trump vino a evidenciar el grado de dependencia de todo tipo de nuestro país hacia los Estados Unidos. Y ya teniendo enfrente el problema, en lugar de apoyarse en alguien de gran experiencia, nombró a Luis Videgaray como Secretario de Relaciones Exteriores, quien lamentablemente confesó que llegaba al puesto a “aprender.

El escritor Joe Barcala sintetizó muy bien qué tan mal está el actuar específico de Peña Nieto frente a Trump: “Él (Peña Nieto) no puede resolver el problema que tenemos enfrente con Donald Trump, porque es una aplanadora que no se puede resolver sin conocimientos, sin experiencia, con corrupción, ni en español”.

Por si fuera poco, el principal enemigo del gobierno de Peña Nieto además de sí mismo, es el tiempo. Con el cuarto año de gobierno en curso empieza el declive de la figura todopoderosa del presidente. Empiezan las deslealtades y las desbandadas hacia otro puerto con mejores posibilidades a partir del 2018.



Lo preocupante es que todavía falta poco más de un año y medio para que concluya esta administración. El gobierno de Peña Nieto tiene enfrente problemas muy graves y le han agarrado en el peor momento, tanto que la mayoría de los mexicanos en una operación lógica simplista ya detectó que el principal problema de México se llama: Enrique Peña Nieto. ¿Harán algo para salvar un poco de prestigio?

Con información de sabersinfin.com y escrito por Abel Pérez Rojas

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